Vas por la calle paseando.

Vas por la calle paseando, enciendes el último cigarrillo. El ruido de los coches ya te empieza a irritar, miras a tu alrededor; demasiada gente, pero no oyes, sólo percibes frenazos, bocinas y gritos. Te empieza a doler la cabeza, comienzas a sudar. El escándalo es insoportable , el cerebro te va a explotar. Buscas ayuda desesperadamente, todo el mundo te mira mal, hablan de ti bajito y sabes que no están diciendo cosas buenas. El barullo de los carros desaparece súbitamente, las risas y mofas te hacen sentir repugnante, terrible; se ríen de como vistes, no les gusta tu camisa, ni tampoco tu pelo. Aparece un anciano, él te dice que tu madre lo ha mandado a matarte, el viejo guarda una mano en la espalda, obviamente sabes que es un cuchillo, rápidamente saca el puñal, todos estallan en carcajadas, un hombre te intenta aprisionar por detrás mientras el maldito octogenario se acerca peligrosamente a ti; te defiendes, gritas estrepitosamente, lloras; es totalmente inútil, nadie ahí te escucha. El cruel anciano hace presión en tu garganta con el arma, no sabes qué hacer, te has quedado rendido, sin voluntad. Haces un esfuerzo sobrehumano y de algún recóndito lugar en tu cuerpo sacas valentía y te quitas de encima al hombre que te sujeta por la espalda, le arrebatas la daga al decrépito y la hundes en su abdomen. Estás aterrado y todo el mundo dice que eres un asesino, te miran raro. Solo puedes llorar desgarradoramente, no escuchan tus explicaciones, solo te juzgan.

Lo primero que ves al descubrirte los ojos son paredes blancas, médicos, enfermeras y enfermos. Luego de todo lo que ocurrió quieren que crea que la gente que se burlaba eran mis vecinos,el hombre que me aprisionaba era mi hermano; y el anciano, mi padre.

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